El patrimonio cultural de Colombia constituye un tesoro invaluable que, en muchas ocasiones, pasa desapercibido. A lo largo del país se conservan numerosos bienes de valor histórico, artístico, arqueológico, paleontológico, bibliográfico y documental, que representan un legado único de nuestra historia.
Esa riqueza cultural, tanto material como inmaterial, enfrenta amenazas como el tráfico ilícito y el deterioro por malas prácticas. Por ello, la promoción del turismo en el País de la Belleza incluye el reto de sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de respetar las normas en los sitios patrimoniales, evitando así la pérdida de elementos que hacen parte de nuestra identidad.
La preservación de estos bienes no puede recaer únicamente en las autoridades. Es fundamental que los promotores y guías de turismo informen y orienten a los viajeros sobre cómo comportarse en espacios patrimoniales, destacando la relevancia de no extraer, modificar o dañar los recursos que allí reposan.
La apropiación indebida de las riquezas naturales y culturales ha generado pérdidas irreparables para la nación. Por eso, el desarrollo de la actividad turística debe ser compatible con la sostenibilidad, para garantizar que cada experiencia de viaje contribuya a la protección y valoración del patrimonio.
Su práctica responsable asegura que este legado sea transmitido como una joya para las próximas generaciones.
En este sentido, el turismo sostenible emerge como el camino más adecuado para proteger los bienes culturales. Una correcta planificación de recorridos y actividades garantiza beneficios que no solo impactan la economía local, sino también la cultura y el ambiente de cada región.
Respetar las tradiciones de las comunidades anfitrionas es parte esencial de esta experiencia. Cuando los visitantes asumen esa actitud, el viaje se transforma en un intercambio enriquecedor, donde tanto locales como foráneos comparten y aprenden mutuamente.
La diversidad cultural presente en las cinco regiones de Colombia debe promoverse bajo un marco de respeto y equidad entre todos los actores turísticos. Esta visión facilita el diálogo intercultural y fortalece la identidad colectiva del país.
Asegurar la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones es un compromiso prioritario. Para ello es indispensable reducir los impactos negativos que puede causar el tráfico ilegal del patrimonio cultural, en las comunidades locales, protegiendo desde sus expresiones artísticas hasta sus monumentos históricos.
Formar viajeros responsables es otro de los grandes retos: evitar la extracción de piezas, fomentar el respeto hacia las poblaciones originarias y garantizar el uso adecuado de los bienes muebles. Este esfuerzo involucra a toda la cadena turística y requiere compromiso permanente.
un patrimonio protegido
Acciones como permitir fotografías en zonas restringidas, alterar el arte rupestre o manipular piezas originales pueden constituir delitos tipificados como hurto o daño en bien ajeno.
De igual forma, las excavaciones arqueológicas no autorizadas pueden acarrear multas entre 200 y 400 salario mínimo diario legal vigente (SMMLV), mientras que la exploración, intervención o destrucción de bienes culturales sumergidos sin permiso puede implicar penas de prisión de uno a seis años y multas de hasta 1.200 SMMLV.
Las regiones más afectadas por el hurto de piezas paleontológicas son Caquetá, Huila, Cundinamarca y Boyacá, mientras que en el caso de piezas arqueológicas destacan Nariño, Valle del Cauca, Huila, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Magdalena.
Una responsabilidad compartida
El patrimonio cultural colombiano es una herencia viva que debe preservarse, cuidarse y contextualizarse para que pueda estar al alcance de todos, tanto para las generaciones presentes como para las futuras.
En este sentido, la protección de cada pieza arqueológica, texto histórico, tradición artesanal, artefacto museográfico o maravilla artística debe importarle a cada uno de los colombianos. El tráfico de este patrimonio es un robo a la esencia nuestra como nación y a nuestra identidad.
Por eso, ante cualquier sospecha de que una pieza original se presente como réplica, se puede reportar al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) a través del correo contactenos@icanh.gov.co o por medio del teléfono (571) 444 05 44 ext. 1118. Denuncia el tráfico o deterioro del patrimonio cultural, llamando a las líneas 122 o 123.