Museo de Arte y Memoria de Mampuján: Un faro de reconciliación en el corazón de Colombia 

Por Cristian Camilo Rodríguez Joya 

Hago parte de la Unidad Creativa de Fontur. Esto me ha permitido recorrer el país y transitar por historias que transforman, por vidas que dejan huella, por paisajes que tejen significados profundos. No solo se trata de experiencias que revelan la riqueza cultural y natural de nuestros territorios, sino también de aquellas que nos invitan a pensar en un turismo con sentido: uno que reconoce el dolor, celebra la resiliencia y aporta a la construcción de paz. En esa búsqueda llegamos a Mampuján, un corregimiento del municipio de María la Baja, Bolívar, que hoy alberga uno de los símbolos más poderosos de reconciliación política y social en el Caribe colombiano: el Museo de Arte y Memoria de Mampuján. 

Este espacio, nacido del dolor de la guerra, es hoy un museo vivo, un taller de memoria, un lienzo colectivo que nos habla de justicia, dignidad y esperanza.

Tejer la memoria para sanar las heridas 

El Museo de Arte y Memoria de Mampuján es fruto de un proceso liderado por las Mujeres Tejedoras de Mampuján, un colectivo de víctimas del desplazamiento forzado que decidió no dejar que el silencio borrara su historia. A través del arte textil, narran los hechos del conflicto armado que vivió su comunidad, al tiempo que reconstruyen la memoria colectiva y, sobre todo, proponen un camino hacia la reconciliación. 

Lideradas por Juana Alicia Ruiz Hernández, referente nacional en justicia transicional y ganadora del Premio Nacional de Paz 2015, estas mujeres han hecho del tejido un lenguaje de resistencia y sanación. Sus coloridos tapices no solo han recorrido el país y el mundo, sino que también han tocado corazones, han promovido el diálogo y han sembrado semillas de paz allí donde antes hubo miedo. 

Un museo que respira desde el territorio 

Este museo no se parece a los convencionales. No está hecho de mármol ni de salas frías. Está construido con madera, tejidos y palabras. Se siente el calor de la comunidad, la fuerza de la memoria viva. Allí se realizan talleres de formación, procesos de arteterapia, encuentros intergeneracionales y espacios de pedagogía para la reconciliación. 

Cuando visitamos lugares como Mampuján, descubrimos que el turismo puede ser mucho más que una actividad económica, ya que pasa a convertirse en una herramienta para reconstruir tejido social, para reconocer las heridas del pasado y para fortalecer las voces que, a pesar del dolor, siguen apostándole a un país en paz.  

Turismo con propósito 

Creo firmemente que el turismo con propósito comienza por reconocer el valor de quienes, en medio del dolor, eligieron seguir construyendo país. Por eso, cuando visité Mampuján, no vi solo un destino marcado por una historia violenta: vi una comunidad que transforma el dolor en arte y la memoria en puente hacia la reconciliación. Mi labor y mi compromiso es contar estas historias con respeto, visibilizar estos territorios y seguir apostándole a un turismo que dignifica, conecta y contribuye a la paz desde lo más profundo de Colombia. 

Visitar el Museo de Arte y Memoria de Mampuján es una invitación a mirar con otros ojos, a escuchar, a comprender, a acompañar. No es solo una experiencia cultural, es un encuentro humano, un acto de solidaridad y un paso hacia una Colombia reconciliada. 

En el corazón del Caribe, entre manglares, tejidos y memoria, Mampuján nos recuerda que el verdadero arte, más que colgar de paredes, se teje con esperanza, se vive con dignidad y se comparte con amor. Todos estos lugares son parte del País de la Belleza, una Colombia que no reniega de su pasado, sino que lo convierte en una plataforma para construir un mejor futuro.  

Mampuján, como tantos otros territorios resilientes, nos enseña que la belleza también está en la capacidad de sanar, de recordar y de seguir adelante.